Si crees que el dinero puede comprar la felicidad, estás en lo correcto. Si pensás que el dinero no puede comprar la felicidad, también estarás en lo correcto. ¿Cómo es posible?
Cuando pensamos en el dinero y la felicidad una única y gran pregunta surge: ¿el dinero puede comprar la felicidad? ¿Qué dirías? ¿sí o no? Independientemente de la respuesta que des, estarás en lo correcto, pero también te habrás equivocado.
Pero, ¿por qué? ¿Como dos respuestas pueden ser correctas e incorrectas al mismo tiempo? Eso no tiene sentido, ¿o sí?
Cómo es la relación entre el dinero y la felicidad
Voy a ponerlo de esta forma, la relación entre el dinero y la felicidad es como llenar un vaso. El vaso es la felicidad y el líquido que se vierte es el dinero. Ahora, supongamos que soy una persona pobre o de pocos recursos, por lo tanto, probablemente, mi vida no sea muy buena. Pero un día, por la razón la razón que fuese, comienzo a ganar bastante dinero, lo suficiente como para propiciarme una mejor vida. Lo cual hace que este vaso se llene, digamos, siendo generoso, hasta la mitad más o menos.
Okey, ahora el vaso de la felicidad está más lleno y soy mucho más feliz. ¿Por qué? ¿por el simple hecho de tener plata ya soy más feliz? Mmmm no, más bien porque me da acceso a cosas como una mejor salud, calidad alimenticia, educación, un lugar donde vivir, entre otras cosas que son super importantes para el bienestar de una persona.
Hasta aquí estamos bien, si la lógica siguiera en el mismo sentido implicaría que si lleno este vaso con la misma cantidad, de dinero que antes, debería obtener una cantidad de felicidad proporcional ¿verdad?. Es decir, ser casi completamente feliz. Bueno, no, y aquí es donde esta lógica se rompe, porque lo que suele pasar es que la felicidad que obtendré no se corresponderá con la cantidad de dinero que eché dentro de este vaso. Como si fuera que el vaso se pinchó y ahora no se llena de la misma forma que antes.
Y sé que estarán preguntando: ¿Por qué? Simple, porque la felicidad de una persona se compone de otras cosas que el dinero no puede comprar, tales como la amistad, el amor, tener un sentido de propósito, entre otras cosas.
Esta es la esencia de la relación entre el dinero y la felicidad, y de porque la plata puede propiciarnos cierto nivel de bienestar pero no puede hacerlo todo. Hay un punto de quiebre donde la relación cambia y este vínculo no sigue la misma lógica que al inicio.
¿El dinero puede comprar la felicidad de una población entera?
Interesante ¿no? Esto parece tener sentido si nos enfocamos en mirar a cada persona en particular, ¿pero esta regla se cumple a escalas mucho más grandes, tales como, sociedades o países enteros? Pues sí, así es. Un extenso estudio realizado por Martin Seligman y Ed Diener, muestran como grandes incrementos en los ingresos de las personas produce impactos cada vez menores en su satisfacción con la vida propia.
En este gráfico, donde cada punto es un país, se ve como a medida que se aumentan los ingresos de las personas, el impacto que este produce en su bienestar es cada vez menor, y en algunos casos, es completamente nulo.
Lo que sucede aquí, es que la historia se repite: el dinero produce muchos beneficios al inicio pero después ya no. Justamente, ellos también dedujeron que la salud, la calidad del gobierno y los derechos humanos tienen una influencia muy importante en la felicidad de las personas, y cuando estas cosas están sanas en un país, el impacto que tiene el dinero en el bienestar es mucho más insignificante. John Helliwell, justamente comentaba:
“Las personas con mayor bienestar no son aquellas que viven en los países más ricos, sino aquellas que viven donde las instituciones sociales y políticas son efectivas, donde la confianza mutua es alta y la corrupción es baja”.
John Helliwell
El precio de comprarse la felicidad con dinero
Supongamos por un segundo que eligen no creer demasiado en esto, entonces, deciden llevar una vida materialista a pesar de todo. Lo que pasará es que esta decisión muy probablemente tendrá un costo en sus vidas que el dinero difícilmente pueda solucionar, y ese costo es: padecer una menor autoestima, mayor narcisismo, menos empatía, tener relaciones más conflictivas, entre otras cosas, a diferencia de aquellas personas que no tienen una perspectiva tan materialista.
¿Y porque podrían padecer alguna de estas cosas? Básicamente, porque las personas materialistas tienden a restar importancia a las relaciones sociales y a tener una gran brecha entre sus ingresos y sus aspiraciones materiales. Yuval Harari menciona en su libro Homo Sapiens que estar satisfechos con lo que tenemos es mucho más importante que conseguir más de lo que deseamos.
Pongámoslo de esta forma, si querés un Fiat de segunda mano y lo que obtenés es un Fiat de segunda mano, estarás contento o contenta. Pero si querés un Ferrari último modelo y lo que obtenés es un Fiat de segunda mano, esto lo asimilarás como una perdida, y por ende, no estarás feliz.
Esta brecha entre lo que conseguimos y lo que deseamos, no siempre es creada por el dinero pero sí que puede ser alimentada por el mismo. Es decir, que esta brecha puede hacerse cada vez más grande, y eso, llevar a una constante frustración porque nunca estamos satisfechos con lo que tenemos. Y ahí está otra de las claves de la felicidad: hacer que nuestros deseos y expectativas estén lo más cerca posible de la realidad y de lo que conseguimos.
Comprar la felicidad para alguién más
Pero espérense que esto no termina aquí. Hay más cosas que merecen saber. Al parecer, la clave no está solamente en si ganamos, o no, mucho dinero, sino más bien en cómo lo gastamos. Michael Norton en su charla TED comentó, tras hacer una larga investigación en diferentes partes del mundo, que el dinero puede impulsar nuestra felicidad con una fuerza mucho mayor cuando lo gastamos en otras personas que cuando lo hacemos en nosotros mismos.
Por ejemplo, Michael comentaba que al darle dinero a la gente para que se lo gastase en sí misma, estas se reportaban menos felices que si gastaban ese mismo dinero en alguien más. Es decir, que la estrategia de tener dinero, gastarlo en nosotros mismos y ser antisociales, nos termina haciendo menos felices, que si por el contrario, decidimos invertirlo en alguien más y ser más prosociales.
¿Cuándo el dinero puede comprar la felicidad?
Pareciera ser que hasta aquí he hablado bastante a favor de la idea de que el dinero no puede comprar la felicidad, y si bien es verdad que hay muchos estudios que sugieren esta idea hasta cierto punto, tampoco podemos llevar todo al otro extremo.
Si terminamos pensando que el dinero no compra la felicidad, podemos llegar a creer que la gente pobre, o de escasos recursos, es feliz, por lo tanto, no deberíamos mejorar su situación. Porque si alguien en un contexto de precariedad le alcanza para ser feliz, entonces, no hay que mejorarle nada, lo cual no es cierto porque el dinero sí que puede mejorar la felicidad de las personas, pero donde realmente tiene un impacto significativo es justamente en aquellas personas que están bastante abajo en la escala económica.
Este hallazgo también es soportado por estudios que confirman la idea de que aumentar los ingresos de la gente en las naciones pobres eleva sustancialmente sus niveles de felicidad, pero no así en las naciones más ricas donde el impacto es muchísimo menor.
¿Querés saber más sobre la felicidad?
Dale un vistazo a nuestro e-book con todos nuestros aprendizajes sobre el tema.
En definitiva, ¿puede o no puede?
Si llegaron hasta aquí quizás lograron seguirme, y si no lo hicieron, no se preocupen. Lo más importante que tienen recordar sobre este tema es que esto no es blanco o negro, si o no, sino más bien, más gris, más complejo.
Por qué el dinero puede comprar la felicidad
¿El dinero puede comprar la felicidad? Si, claro que puede, pero solo en cierta medida y en ciertas circunstancias. De más está decir que pedirle al dinero que solucione el problema más importante que tenemos los seres humanos, como lo es la felicidad, es pedirle demasiado a una simple creación humana que fue concebida para un propósito completamente diferente como lo es el comercio.
Además, tampoco podemos llevar esta idea demasiado lejos porque tarde o temprano nos daremos cuenta de que el dinero no es la solución a todos los problemas. Sin mencionar el hecho de que podemos terminar con algunos problemillas de salud mental. Además, si hay personas ricas que son felices, no debemos pensar que es pura y exclusivamente por el dinero, seguramente es por otras cosas como tener buenos amigos, una gran pareja, hacer lo que les gusta, etc., etc.
Por qué el dinero no puede comprar la felicidad
Por otro lado, ¿el dinero no compra la felicidad? Si, también es cierto, hay muchas cosas que la plata no puede comprar, tales como: la amistad, la confianza, el amor, entre muchas otras cosas. Pero, de nuevo, tampoco podemos llevar esta idea demasiado lejos, porque, si bien es cierto que existen personas que puede ser felices con poco, esto no es aplicable a todo el mundo ya que en general sí que necesitamos de tener buenos recursos económicos para acceder a cosas importantes, pero sobre todo, tener opciones.
En síntesis, ya lo decían los auténticos decadentes: el dinero no es todo, pero como ayuda.
Fuentes:
Franco Raya
Estudiante de Psicología – Creador de Brainials