El sistema de recompensa motiva a buscar comida, dinero, una experiencia nueva, un objetivo que queramos alcanzar, pero también, drogas. En este artículo te explico: qué es y cómo funciona el circuito de recompensa.
¿Qué es el sistema de recompensa?
En palabras simples, el sistema de recompensa un conjunto de estructuras en nuestro cerebro que cumplen la función de motivarnos a buscar y alcanzar ciertos objetivos en particular que, dicho sea, nos retribuyen potencialmente con una recompensa, usualmente el placer.
Ahora bien, si hablamos de que este circuito se activa mediante la “búsqueda de ciertos objetivos”, ¿cuáles son? Si bien la cantidad y variedad de estímulos que son capaces de activarlo varían un poco de persona en persona, en general en la lista siempre están:
- La comida;
- El sexo;
- Un objetivo que queramos alcanzar (dinero, un mejor trabajo, etc.);
- La novedad (experiencias nuevas);
- Las drogas.
Pero de esto último ya les hablaré más adelante porque hay cosas por decir.
Cómo funciona el sistema de recompensa
El circuito de recompensa está compuesto principalmente por: la corteza prefrontal, el núcleo accumbens, el área tegmental ventral, el hipocampo y la amígdala. Juntos trabajan para ponernos en marcha para conseguir lo que deseamos.
Ahora bien, pongamos un ejemplo. Supongamos que tengo hambre y quiero comerme una manzana. ¿Y qué tiene que pasar para que eso suceda? Algo estúpidamente simple, tengo que moverme físicamente hacia la misma, es decir, agarrarla y empezar a comerla.
Esta acción tan ridícula está promovida por el sistema de recompensa, donde lo primero que pasa es que nuestro cerebro reconoce la situación, ya sea, tener hambre o ver un alimento delicioso, y hace que nos pongamos en movimiento para ir en búsqueda de eso que queremos.
Esto comienza con el área tegmental ventral liberando dopamina hacia el núcleo accumbens. ¿Y por qué dopamina? Porque la dopamina es el neurotransmisor de la motivación. Atención a eso, no es del placer es de la motivación. Por ende la dopamina nos motiva, nos mueve, a ir en búsqueda de eso que queremos, en este caso, la manzana.
Ahora bien, ¿por qué mandar dopamina al núcleo accumbens? Porque el mismo oficia de interlocutor entre esa motivación y la acción. Para esto envía señales a la corteza prefrontal, quien participa en mucha de nuestras acciones conscientes. De esta forma es que la corteza prefrontal “traduce” esta motivación, este impulso, en acciones específicas y planificadas para alcanzar eso que buscamos.
Pongo un ejemplo un poco más complejo para que se entienda esto. Quiero comerme una manzana pero en mi casa no hay manzanas, entonces, tengo que fijarme si tengo suficiente plata en mi billetera para comprarme. Y, si tengo, ¿cuántas compro?, ¿compro una o diez? ¿Y dónde la compro?, ¿la compro en la verdulería de la esquina o en la que está a diez cuadras que las vende más barato y así podré comprar más por el mismo precio? En todas esas decisiones participa la corteza prefrontal para trazar un curso de acción, sin ella conseguir lo que queremos sería imposible, o cuando menos, muy difícil.
En cualquiera de los casos, logré mi objetivo y me comí la manzana que tanto quería, a cambio obtuve comida para saciar mi hambre y hasta porque no, placer. Pero ahora mi cerebro necesita saber si debo, o no, repetir esta experiencia en el futuro. Aquí es donde entra en juego el hipocampo y la amígdala. El hipocampo es algo así como el departamento de producción de recuerdos, y la amígdala, es el centro generador de muchas emociones. Al mismo tiempo, estas dos áreas están conectadas con el núcleo accumbens.
¿Y qué papel tienen estas dos estructuras en toda esta historia? Supongamos por un segundo que la manzana que me comí no sabía muy bien y resultó ser que me terminé intoxicando por su culpa al punto que estuve 3 semanas recuperándome. Lo que hará la amígdala ante esta situación es imprimir un sello de desaprobación generando emociones negativas que se solaparan a la experiencia, como bien pueden ser el asco o el rechazo para que yo evite comerme otra manzana en el futuro.
Pero para que yo evite hacer eso, tengo que guardar esta información en algún lado para que después la pueda reutilizar. Ahí es donde entra en juego el hipocampo, que es una parte fundamental en la producción de recuerdos, sin él no tendríamos memoria, básicamente. Entonces, cuando yo vea una manzana mi memoria, muy probablemente, traerá al presente esa pésima experiencia que viví intentando que evite pasar por lo mismo otra vez.
En resumen, así es, más o menos, cómo funciona nuestro sistema de recompensa. Es un conjunto de estructuras que nos ayudan a alcanzar una multiplicidad de objetivos en nuestro día a día.
Cómo afecta las drogas al sistema de recompensa
Ahora, vuelvo al inicio, ¿qué pasa exactamente cuando este sistema es estimulado por cosas como las drogas? Por ejemplo, el alcohol.
Si bien existen muchas similitudes entre los estímulos naturales y las drogas y en cómo activan este circuito, también hay claras diferencias. Una de ellas es que las drogas tienen la capacidad de liberar enormes cantidades de dopamina, lo que hace que la misma se degrade más lentamente. Por ende, nos empuja a buscar más de estas sustancias haciendo que estemos más cerca de padecer una adicción.
Al mismo tiempo, la sobreabundancia de dopamina golpea fuerte regiones como la amígdala y el hipocampo, haciendo que estímulos ambientales (personas, lugares, objetos) se vuelvan más relevantes y, a medida que la situación se repite, estos estímulos ambientales adquieren por sí solos la capacidad para disparar conductas de búsqueda de sustancias.
¿Qué quiero decir con esto? Que si, por ejemplo, cada vez que me juntaba con mis amigos había alcohol de por medio, por ende, yo siempre consumía, con el tiempo el solo hecho de que ellos estén hará que yo quiera consumir alcohol. Ahí es como ven que un estímulo ambiental puede llegar a disparar conductas de búsqueda de sustancias por si solos.
Otra diferencia importante es que las drogas a menudo mantienen, y hasta aumentan, su capacidad de liberar dopamina. A esto se lo conoce como: sensibilización, y es un proceso donde, ante el consumo repetido, la liberación de dopamina se realiza de forma más prematura en fases previas al consumo, lo cual aumenta las probabilidades de padecer dependencia.
Esto significa que si yo antes necesitaba tener alcohol cerca para consumir, con el tiempo seré más sensible a otros estímulos que no tienen relación directa, como el hecho, justamente, de que estén mis amigos cerca, por ende seré más propenso a buscar consumir alcohol, e incluso puede llegar a influir el hecho de “saber” que me juntaré con ellos.
Hasta aquí es todo lo que les puedo resumir sobre cómo funciona el circuito de recompensa, si tienen dudas pueden mirar el video que está arriba y dejar un comentario en el mismo si las siguen teniendo.
Fuentes:
- Un libro sobre drogas – El Gato y la Caja, pág. 49
- https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/10870199/
- https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81rea_tegmental_ventral
- https://es.wikipedia.org/wiki/N%C3%BAcleo_accumbens
Franco Raya
Estudiante de Psicología – Creador de Brainials